Ideas de producto insólitas

En el balancín al milagro económico

125 años

Camas y más: este es el lema en Stiegelmeyer desde 1900. Desde siempre hemos ofrecido todo un universo de muebles, colchones, accesorios y servicios en torno a nuestro producto principal, las camas. La evolución hacia un proveedor de soluciones integral e internacional es más importante que nunca en la era digital. Pero a veces el espíritu de desarrollo de la empresa también la llevó por caminos muy inusuales.

En el año 1924, las camas motorizadas eran aún inimaginables. En su lugar, nuestros ingenieros habían diseñado algo mucho más refinado: ¡una motocicleta! Aunque con solo 3,8 CV y un cambio de dos velocidades la «motocicleta modelo Stiegelmeyer» no era un bólido, el plano técnico que se conserva muestra una belleza estilizada que en la actualidad cautivaría seguramente a muchos coleccionistas. Además, el vehículo era sumamente económico, ya que estaba compuesto por tubos metálicos para bastidores de cama.

El presidente de la región administrativa de Minden estaba convencido del diseño y concedió la autorización para la producción en serie. Sin embargo, lo que sucedió a continuación en Stiegelmeyer es todo un misterio. ¿Existió un prototipo? ¿Se vendieron ejemplares de la motocicleta? Probablemente no: ni se han conservado documentos o fotografías de ello ni ha aparecido nunca una motocicleta. Presumiblemente, el proyecto resultó demasiado incierto a la dirección y, en su lugar, la empresa prefirió invertir por aquel entonces en la adquisición de una fábrica de muebles de madera.

No obstante, la idea de utilizar tubos de camas en la construcción de vehículos se perpetuó con éxito. En la década de 1930, Stiegelmeyer suministró piezas para el bastidor de las «bicicletas Tinion» a la fábrica de bicicletas Heinrich Tiemann de Eilshausen. Al contrario que la motocicleta de Stiegelmeyer, este vehículo de dos ruedas aún puede encontrarse en internet: en páginas de aficionados pueden adquirirse componentes antiguos.

El milagro económico alemán de la década de 1950 dejó aflorar lentamente un estilo de vida burgués para el que Stiegelmeyer proporcionó los productos perfectos con sus camas plegables de pared y muebles compactos. Sin embargo, no es tan conocido que nuestra empresa también cosechó un gran éxito por entonces con muebles de terraza. Tumbonas, sillas para exterior y, sobre todo, elegantes balancines cautivaron a los clientes. Al igual que antes la motocicleta, estos productos también constaban de tubos de acero para camas, y la tumbona con su respaldo y apoyo para las piernas regulables se parecía un poco a una cama de hospital en versión veraniega. Un detalle fantástico era el baldaquino de tela integrado sobre la tumbona.

El catálogo general de Stiegelmeyer de 1959 incluía 14 muebles de jardín. Un antiguo documento de marketing evocaba en retrospectiva el gran brillo del cine: «Sonja Ziemann, Ruth Leuwerik y Maria Schell, todas ellas se han sentado alguna vez en un mueble Stiegelmeyer», podía leerse. Ya no nos es posible comprobar si esto es cierto, pero una cosa es segura: en el balancín —número de artículo 4480—, los cócteles tienen que saber muy bien. En cualquier caso, miles y miles de personas se sentaron en las robustas sillas que Stiegelmeyer vendió entonces a heladerías.

Mientras que las actrices tomaban el sol en el jardín, los alumnos se sentaban en el interior y aprendían en aulas totalmente equipadas por Stiegelmeyer. El programa de muebles escolares de las décadas de 1940 y 1950 fue otro proyecto insólito. «Silla escolar de tubos de acero, piezas de contrachapado de madera de haya y cuatro patas de goma», enumeraba el catálogo general. En principio, los profesores utilizaban el mismo modelo, aunque «con reposabrazos». También había mesas regulables con parrillas integradas para los enseres de escritura y una «pizarra con soportes abatible que puede fijarse en cualquier posición». Estas descripciones reflejan un estándar muy adelantado a su época y que ni tan siquiera era típico en los años 70 u 80. Por desgracia, según sostiene nuestra crónica, el programa tampoco tuvo «un éxito económico reseñable».

El cese de la fabricación de los muebles compactos, de jardín y escolares en los años 60 supuso también el final para Stiegelmeyer de la época de las ideas de productos «curiosas». Pese a que el programa de productos fue cada vez más amplio e individualizado, este crecimiento se centró estrictamente en las necesidades de los ámbitos de la salud y los cuidados. La motocicleta y el balancín no volverán, pero, tal vez, la evolución digital nos lleve en el futuro a productos que todavía hoy nos resulten impensables.


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